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miércoles, 8 de octubre de 2014


Resignación.
La palabra es resignación.

Odio la resignación.



martes, 15 de julio de 2014

Mi orquídea























miércoles, 1 de enero de 2014


Cayó al suelo, y al instante le invadió un pánico inmenso que le sobrepasó a los pocos segundos y le oprimió el pecho hasta que no pudo gritar.
Ya había caído más veces, pero siempre había habido alguien a su alrededor que pudiera levantarlo. Siempre recordaba con claridad el terror que lo rebasaba, y después la abrumadora alegría que suponía volver a estar erguido.
Pero esta vez estaba solo, en el bosque. Sabía que moriría allí. En cuanto le descubrieran, le comerían los animales.

Había nacido sin brazos ni piernas, y lo primero que había hecho su madre había sido llevarle al Oráculo de Delfos, a que Sibila decidiera si debía vivir o morir.
Misteriosamente, Sibila, que para aquel entonces ya había perdido el 78'5% de su visión, decidió que aquella miserable criatura podía vivir.
Para morir, años después, solo, en ese bosque.
Los ojos se le empañaron, y pasaron cuatro horas antes de que pudiera hacer nada más que llorar, boca abajo, con la cara hundida en el fango.



jueves, 12 de septiembre de 2013


Hola, neutralidad, ¿dónde te escondes?

martes, 13 de agosto de 2013


A mí no me engañas... yo sé quién eres.

viernes, 12 de julio de 2013







(click, click, porque la última tiene mucho que ver y sentir.)

domingo, 7 de julio de 2013




domingo, 5 de mayo de 2013

Sobreexpuesta (20/02/2013)



Eran gente que pensaba que se iban a romper todo el tiempo. A veces sufrían de ataques de ansiedad hasta bien entrada la madrugada, amenazaban con arrancarse los ojos a la más mínima provocación, se remangaban con la angustia que les provocaban las ideas más ligeras. Siempre al borde. Qué difícil vivir así. Y a pesar de todo ello, solían tener vidas largas. Morían de miedo, cómo no, así llevaban siendo siglos y así sería por siempre. Nacer, crecer, reproducirse y morir, aullando. Eran gente con ojos apagados y caras chupadas por todas las sustancias a las que se lanzaban sin pensarlo, sin ni si quiera disfrutarlo. Heroína, miedo a no ser la heroína. Angustia en estado puro. Un sistema nervioso hecho solo de mechas de dinamita. Para alguien que lo veía desde fuera, todo era caótico, las vidas de esta gente pasaban de largo erráticas. Pero quienes conseguían hablar del tema sin suicidarse aseguraban que todas sus vidas realmente sí tenían un dirección, un sentido común. ¿Sentido común? En mi opinión, fueron la primera prueba que demostró abiertamente que estamos enfermos, que no podemos soportar el estímulo, que es demasiado fuerte e incesante, demasiado potente... fueron los primeros en entender que no tenemos a dónde huir y que siempre estaríamos sobreexpuestos. Desaparecieron los primeros, y ahora ya solo quedamos los que no sentimos nada.


viernes, 23 de noviembre de 2012

Hoy todas las princesas están de resaca. 
Y cabreadas porque alguien dejó publicidad en sus parabrisas. Yo no me metería con ellas, no hoy.

Tienen las uñas rotas.

La temperatura de sus frentes crea vaho en el frío aire del domingo. La habitación está llena de humo silencioso (gargantas secas y bocas pegajosas), una incluso se comió su colilla la noche anterior.

Las princesas tienen el pubis tatuado con flores y más flores que solo hacen que parezca que ellas enteras se van a romper en cualquier momento.


Podrías decir que buscan mariposas y abejas que las besen, pero solo realmente quieren dejar de llorar por el dolor de cabeza.

¿No se puede vivir tan fuerte, princesitas? ¿No se puede morir tan suave?

Dímelo tú, Miss Take.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Miss Take, la chica tatuada

Si sois tan amables de recordar a nuestra chica tatuada (click, click)

Le miró con grandes ojos oscuros y brillantes, y él no pudo callarse más.

"Simplemente... eres un error que tengo que cometer por un tiempo. Para entenderme del todo y llegar a ser quién debo ser. Pero no puedo mentirte, yo sé que mi destino no está con tus manos y tus labios de tabaco. Nunca, nunca lo estará. Lo siento."

En ese momento, a ella se le rompió el corazón en mil pedazos y el mundo se oscureció de golpe, a él le embargó una sensación de libertad que lo alzó flotando y lo sacó por la ventana, por encima de los edificios, de las montañas, de la atmósfera entera, pero sobre todo del humo de sus pitillos... Siguió subiendo y subiendo y alejándose de esa habitación claustrofóbica, hasta que la galaxia entera no fue más que una mota de luz diminuta que se confundía con miles otras...

Su cuerpo en la Tierra sonreía como un imbécil porque sabía que por fin sería feliz.



sábado, 5 de mayo de 2012

Escala de grises

Ella es exactamente como todas las demás, tanto si la miras de lejos como si la diseccionas al milímetro, hasta entender cómo funcionan las palancas y los engranajes hechos de sentimientos, secretos inventados, y distinguidos gustos musicales.
Ella es una buena persona, como todas las demás. Es inteligente, divertida, le importa la gente que le importa, tiene sueños y ambiciones. Tiene una mirada oscura que parece despierta y ausente a la vez, con el trasfondo de tristeza personal que tiene todo el mundo.

Se recoge el pelo en una coleta y se remanga una manga de su enorme jersey gris, parece preparada para echarse a correr, y los enamoradizos pasarán horas mirándola, intentando averiguar si para huir o para cazar.
Los dedos le huelen a tabaco. La manera en la que respira cuando pasa las hojas de sus apuntes es la prueba final de que está rota por dentro.

Reconozco ese tipo de destrozo mental.
Sin duda, esta chica lleva en alguna parte de su cuerpo tatuado un laberinto de mentiras de una sola línea... que lleva directa hasta ti.
Creyó que podía jugar al juego que tiene fecha de caducidad y salir ilesa. Y tú no tuviste ningún tipo de piedad, ¿verdad que no?
No me malinterpretes, ni te condeno, ni la compadezco.

Puedo imaginar perfectamente lo que le hizo caer tan rápido y tan fuerte. Las conversaciones  a oscuras, las escapadas a esa playa tan secreta, los regalos de una cuerda y dos abalorios. Los amaneceres desde el tejado, los gritos por encima del ruido de la ciudad. Las promesas sin palabras de que erais perfectos el uno para el otro.
Pero tú no haces promesas. Eso es lo primero que le dices a las personas.
Puedo imaginarte conociéndola exactamente en ese mismo centro de donación de sangre. No deja de ser inquietante tu afición a esa práctica, aunque ya no me quedan ganas de analizarte.

Realmente... ya no quedan cosas impresionantes sobre todo esto.

La gente quiere lo que no tiene, y por eso ella se dejó tatuar.
Con lo manipulador que eres, estoy segura de que la retorciste hasta desencajarle los huesos. Hiciste que dudara de sí misma y que se perdiera el respeto. Y al final, claro, ¿qué opción queda excepto la de arrancarse el pelo de la cabeza y acabar con todo?

Eterno soltero. Y tu manía de destruir lo que te aburre.

Ah... ¿de repente te molesta mi cinismo?
Podría achacarlo a lo que pasó, pero ni siquiera voy a darte el privilegio de decirte que me has cambiado, y, francamente, no lo recuerdo con la suficiente claridad.
Lo siento. Tengo memoria de pez y además la costumbre de olvidar lo malo para hacer sitio a nuevos e increíbles momentos.
Con lo cual, sin mentirte, lo único que me queda de todo eso es la sensación de pasarme la mano por el pelo y notar todos los nudos.

Ella levanta la mirada y nos fijamos la una en la otra durante unos segundos. Somos iguales a todas las demás. 
No la compadezco.
Notamos la tortura de la aguja, y los labios que, pasado el tiempo, besaron el dolor hasta hacerlo desaparecer. Sentimos algo.

Si revuelvo en mí hasta encontrar un sentimiento sobre esto, lo único que de verdad me da pena es que veas la vida en esa escala de grises muertos.
Estás jodido por dentro.
 

camina, camina...

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... y camina

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desde los cielos, hasta..

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the end of St.Petesburg

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