Domingo de ramos, con la ayuda de los más tradicionales, los colores de nuestras sotanas y grandes brotes de olivo, hemos conseguido que nos vea y empiece a pensar por vez primera en mucho tiempo en religión, costumbre, incluso el miedo que provoca el más allá... ah... no.
No. No, no, parece que la hemos perdido.
Parece que su hilo de pensamiento se ha ido definitivamente al ramen por hoy.
¿Domingo de ramen? Oh, sí, Padre.
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