Ni si quiera sé en qué estoy pensando cuando voy y vengo de la estación de bus. Creo que tengo la cabeza llena de banalidades, o llena de vacío, y de repente me doy cuenta de que estoy caminando para casa sola. Es así de fácil. Pasa así de deprisa. Visto y no visto, las situaciones se suceden y no hay nada que puedas hacer para pararlas.
Y de camino allí hablábamos de la tristeza de la gente. De la ilusión de lo que son la felicidad y la perfección. De cómo alteramos el significado de la palabra "perfecto" para adaptarlo a lo que a nosotros nos hace felices.
Pero llegamos a la conclusión de que la tristeza puede ser perfecta. La soledad, o el silencio, o la suciedad de una calle.
Que no sea lo que nosotros prefiramos no significa que no sea perfecto.
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